Cueva de Marta: El horno de tejas
El Barranco de La Vica, cuyo cauce separa los barrios de La Palmita y Topaciegas, alberga una cierta cantidad de fuentes a lo largo de su cauce, ya que el mismo es atravesado de monte a mar por una gruesa capa de almagre rojo que propicia estas afloraciones. Podemos citar algunas, como la Fuente de La Vica, la Fuente de Los Ratones, la Fuente de Flora, la Fuente de Marta, la Fuente del Charco del Lino, los Manantiales, entre otras.
Esta cantidad de fuentes, y la abundancia de material idóneo para realizar industria de ladrillos y tejas, hizo que se construyera junto a la Cueva de Marta, en la ladera izquierda del barranco de La Vica, uno de los pocos hornos de tejas que se conservan en la geografía del municipio.
Se construyó con piedra y barro a los que en su interior se le superpuso un revoque de arcilla rojiza. Las tejas que de aquí salían vistieron las cubiertas de las viviendas del pago de Topaciegas, La Palmita y La Tosca.

La expansión de la industria de la teja y el ladrillo tiene lugar con el desarrollo de la población entre finales del siglo XIX y principios del XX, cuando aparecen hornos en lugares cercanos a las terreras o salones (de tierra arcillosa) y a las fuentes o puntos por donde discurría agua continua.
"Los hornos estaban construidos de piedras y ladrillos, y en ellos había que destacar tres partes: La caldera o el pozo, que era donde se ponía el combustible para calentar el horno, que consistía en ramas, jaras etc; La Cámara que era el lugar donde se ponían a cocer las tejas, ladrillos y baldosas, y La Parrilla, que separaba la caldera de la cámara, estaba construida de ladrillos separados entre si y dejando huecos de tal manera que el calor se repartiera homogéneamente para conseguir una temperatura igual por todas partes para que la cocción, que duraba unas nueve o diez horas, resultara perfecta."
En las tejeras tradicionales, el trabajo era fundamentalmente manual y artesano y se efectuaba casi en su totalidad al aire libre, desde primavera hasta fin del verano.
Para la fabricación de la teja y el ladrillo, sólo se utilizaban unas simples herramientas: el galápago para la teja, y el molde, llamado mencal, para el ladrillo. Antíguamente, ante la falta de herramientas y moldes, se realizaban con el antebrazo de los hombres.

Sus dimensiones clásicas son de cuarenta y dos por quince por veinte centímetros, y solamente puede utilizarse en pendientes superiores al veinticinco por ciento, para evitar el reflujo de las aguas, e inferiores al cuarenta por ciento de forma que no resbalen las tejas. El barro destinado a la fabricación de tejas no debe contener cal para evitar poros y grietas que originarían goteras.

Actualmente el horno de tejas de la Cueva de Marta está en mal estado de conservación, ya que la maleza ha invadido su interior y aledaños, sumado a que los desprendimientos del risco han derrumbado parte de su estructura. Un pedazo silencioso de historia de Barlovento que permanece ahí desde hace más de 100 años.