El Horno de brea de Gallegos
La conclusión de la conquista del Archipiélago Canario propició el desarrollo de una sociedad nueva que puso en marcha ei inicio de una actividad económica antes desconocida. Canarias se convierte así, a partir de esa fecha, en un mercado de materias primas y de productos semielaborados, y los mismos concurren a los mercados europeos y americanos atrayendo capitales y mercaderes de distintas nacionalidades. Algunos de los productos objeto de intercambio se obtenían de nuevas plantaciones introducidas en Canarias, como el azúcar, pero otros se conseguían gracias a la recolección o al la depredación de la masa arbórea existente en algunas islas. Entre éstos cabe citar la orchilla y la pez o brea. Esta última se obtenía en Canarias en los períodos anteriores a la conquista, pero su mayor producción se logra después de la misma, cuando este artículo alcanza gran demanda por los mercaderes que visitan el archipiélago, y se ponen en funcionamiento hornos para su obtención en las islas de Tenerife, Gran Canaria, La Palma y El Hierro, es decir en aquellas que contaban con pinares en su suelo, puesto que la pez se conseguía de la tea, parte interior del tronco y ramas del pino.

La brea de pino es un líquido espeso, pardo negruzco, de olor y sabor fuerte y especial, y la solicitud de este producto se debía en la época a su uso principal para calafatear barcos mezclada con estopa, sebo y aceite, aunque también su uso estaba extendido en la farmacopea. Viera y Clavijo nos la define y explica sus propiedades .de esta manera:
«Nombre que damos en nuestras islas a la pez negra y solida, que se extrae de los pinos quemados en hogueras sobre hoyos dispuestos a propósito. Este ramo de industria todavía mal perfeccionado es común en Canaria, Tenerife, Palma y Hierro, donde la que no se consume en la carena de los barcos de la pesca y el tráfico, se exporta en considerables partidas para España y otros países. Notoria es la fama que tomó en Inglaterra el uso medicinal del agua de brea, con especialidad para las úlceras del pulmón. A la verdad es resina detersiva, resolutiva y descativa, propia para curar las mataduras de los caballos y la sarna de los carneros» *.
Sobre su importancia en La Palma, apenas si se ha incidido, pese a tener una producción asegurada en los siglos XVI y XVII, referida por algunos cronistas que se hacen eco de su riqueza. Así el tío del licenciado Valcárcel señala que la isla «Es abundosa de maderas, y hasese mucha pez que valdrá a los propios de la ciudad duzientos ducados cada año». G. Frutuoso se pronuncia en este sentido:
«Y todo el espacio que hay entre Cueva de Agua y Punta Gorda donde está la iglesia de San Amaro, parroquia de aquél término, está lleno de gruesos y altos pinos. Allí están los hornos de pez y alquitrán, que sólo se hace en esta parte de la isla. Los pinares se extienden hacia la cumbre de la sierra y La Caldera, que cae 3 leguas al S. y a la Cruz de los Frailes 3 o 4. La pez de hace de pinos tan gordos como un tonel, que algunos años caen con el huracán, de esta manera: cortan esos troncos, que son buenos de partir, y en la tierra hay unos hornos o cuevas hondas, como tres hornos de cal, de los cuales, cuando los hacen, sacan los terrones con que luego allí en tierra llana hacen unos compartimientos, que llaman tendales, unos junto a otro en orden así como un tablero de ajedrez, que tienen sus aberturas por donde corre la pez que viene hirviendo derretida de los hornos en que se queman los troncos de tea, primero en un horno donde solamente se derrite y se llama alquitrán; y debajo está otra cueva en cuadro tan grande, que puede caber en ella todo lo que en la primera se derrite, después de bien quemada la tea, sin dejar tizón, sino una terrible llama que se levanta por encima de la pez que llaman alquitrán antes de ser por segunda vez cocida; la cual llama es como cuando se prende aceite o cera que ponen a derretir en sartén, que no se puede apagar sino apartado del fuego. Estando pues el alquitrán inflamado en el primer horno, le destapan la tobera por debajo con un instrumento de madera, y corre a la segunda cueva u horno con tal furia y tan inflamado, que ni el metal cuando hacen alguna gran campana lleva tai inflamación; y en ese segundo horno cuacirado le hacen el segundo cocimiento, en que están todo el día y una noche, hasta que ven que está ya gastada la furia y crueldad de aquella materia, que es tal antes, que si soltasen ese alquitrán por un río de agua fría iría ardiendo sin apagarse hasta consumirse del todo. Después de cocerse aquel día y noche, lo sacan por sus caños hechos en la tierra para ir a los tendales a modo de ajedrez, de una casilla a otra, con tal calor y fuerza, que nadie puede acercarse, y en breve tiempo llena todo un campo tan grande como un juego de pelota, que está cavado todo en tendales como dije, y no se saca de allí hasta el día siguiente, cuando está dispuesto para sacar los tendales. De un horno pueden salir 100 quintales de pez, según sean las cuevas y su tamaño, y a veces arden cinco o seis a las que llaman hornos. Los habitantes de Cueva de Agua llevan la pez al puerto de Fernán Gil y de allí a la ciudad.>>
En efecto, de acuerdo con las noticias que nos dan estos autores del siglo XVI, el cabildo palmero debió seguir la misma normativa que en Tenerife, y relegar la fabricación de homos para la obtención de la pez a la zona oeste de la isla, desde Garafía hasta Tijarafe.
También aquí como en Tenerife este artículo producía ingresos a la hacienda concejil. Así en aquella isla se impuso el pago, a partir de 1512, de 10 maravedíes por cada quintal de pez; este ingreso se arrendaba anualmente, habiéndose obtenido en 1533 de beneficio 15.000 maravedíes, y en 1529 los vecinos de esta isla deben 13.967 maravedíes por las tercias de la renta de la pez ", obteniendo la mayor producción que se conoce en 1593, fecha en que se obtienen 28.300 quintales, según declaración de los productores, mientras en La Palma se estimaba que tal renta daba al cabildo un ingreso de unos 200 ducados.
El legado de los hornos de brea o pez en la comarca NE de La Palma, casi con total seguridad lo tenemos en los lomos del monte de Gallegos, donde se conserva un ejemplar, testigo de esta época pretérita (que se sepa, en esta zona de la isla es el único que se conserva). Está en bastante buen estado, siendo solo afectado por el pinar en uno de sus compartimentos. No se ha encontrado documentación que lo date de manera exacta en el tiempo.

EXPLOTACIÓN Y EXPORTACIÓN DE LA BREA EN LA PALMA (1600-1650). M. Lobo Cabrera, G. Santana Pérez, L. Toledo Bravo de Laguna.
Fotografías: Juan R. Salvadores Canedo.