Fuente de Las Charcas

El monte alto y cumbres del municipio de Barlovento alberga ciertos nacientes o fuentes que desde tiempos anteriores a la conquista sirvieron de abastecimiento a los aborígenes isleños. Ya una vez consagrada la conquista a finales del s. XV, estas fuentes fueron utilizadas de manera histórica por los que acudían a la cumbre a trabajar, principalmente cabreros y madereros.
En los límites municipales y en las cercanías del comienzo del imponente Barranco de Gallegos, podemos contar hasta unos 7 nacientes o fuentes, muchas de ellas casi ya extinguidas por el gran descenso freático que sufre el acuífero en estos últimos años. Podemos enumerar: Fuente Los Puncianos, Fuente Lucandia, Fuente Nueva, Fuente del Brezo, Fuente Bainena, Fuente La Faya y la que trataremos en este artículo, la Fuente de Las Charcas.
La Fuente de Las Charcas está situada en el caboco o caldero que da inicio en cumbre al Barranco de Gallegos, en la cota de los 1842 msnm. Este naciente brota y derrama el agua a una gran laje de roca basáltica, generando charcos a medida que desciende barranco abajo hasta filtrarse en el terreno.

El lugar en el que se encuentra y al ser una fuente de agua abundante, hizo que tanto los madereros, como los cabreros se instalaran en la zona para trabajar, pues se tenía abrigo en cuevas cercanas y agua abundante. Podemos referirnos al topónimo de la zona como "Hoya del Palo de Los Barcos", pues muchos pinos se cortaron para servir de materia prima a los carpinteros de rivera, al igual que para fabricar viviendas.
Históricamente existen dos accesos a dicha fuente. El primero comienza en en el Lomo del Caballo, próximo al cortafuego y el otro a través de la Montaña Alta o Topo de Los Charcos (actualmente casi impracticable ya que en la visita que hicimos se hacía muy complicado por la presencia abundante de codesos y matorral de cumbre, sumado a que el camino casi se ha perdido por excorrentías).
Al comenzar el camino desde el tanque de Lucandia, podemos observar los restos de lo que fue una cabaña de cabreros, la Choza de Jaro. Hay constancia desde muy antíguo, y solo queda de ella parte de la mampostería que le daba forma.

A medida que comenzamos a penetrar en la ladera, nos va contando D. Aristeo como antaño fue explotado el lugar para la cría de cabras en cumbre, siendo el último cabrero en habitar el lugar D. Juan María, casado con Dña. Candelaria de Los Tocaderos.
Hasta mediados de los años '70 esta familia permanecía largas temporadas en este lugar, donde se llegaron a criar más de 1000 cabras, construyendo otra cabaña muy cerca de la fuente, un goro de cochinos, un corral para gallinas y un fogón para encender fuego, necesario para cocinar y para calentar las noches de vigilia. Fue inevitable que D. Aristeo se emocionara al recordar estas vivencias de niño en este lugar, al que no acudía desde hacía casi 30 años.

Todo el producto obtenido de las cabras, grandes quesos, muchos de ellos de más de 30 kg, eran descendidos a través del camino que daba salida a la Montaña Alta mediante mulos hasta llegar al pueblo, donde se mandaban a embarcar, en su mayoría con destino a Las Palmas de Gran Canaria.

Dña. Candelaria, que en paz descanse, llegó a contar de muchísimas noches que llegó a dormir incluso sola en este lugar. Hoy en día, se conserva algún resto de la parte habitada de la cabaña, en concreto un peine que perteneció a ella, y que según se testimonia, lleva en el mismo lugar casi 50 años.
Muchas historias rodean a este lugar. Una muy curiosa, en el año del gran fuego de 1975, D. Rafael "El Morongo" junto a más madereros, fueron sorprendidos por el rápido avance del incendio que provenía de Los Sauces, no pudiendo salir monte abajo. Se les dió por desaparecidos, pero gracias al abrigo del caboco de las charcas y a tener agua, pudieron soportar 3 días, hasta que una vez pasado el incendio por la zona, pudieron salir y regresar al pueblo sanos y salvos.
Agradecer a D. Aristeo Valido por las historias e indicaciones precisas, y a David Rocha e Iván por la compañía en estas aventuras.
José Miguel Rodríguez Pérez