La Maquinaria del Agua en Barlovento: Llegan los motores diesel en la década de 1960

Los métodos de perforación de las galerías en Barlovento y en toda la isla de La Palma dependieron, hasta finales de la década de 1950, de los veteranos pistoletes y mazas, con mochetas de acero afiladas a mano y en fragua. Un método de perforación de barrenos totalmente manual e inefectivo para rentabilizar el avance en el tiempo. Eso sí, la pericia de los veteranos cabuqueros, con su empeño hizo que el pistolete perforara los barrenos de las pegas durante más de 40 años que se llevaban de experiencia en la perforación de galerías desde principios de siglo. Aunque los inicios no fueron ni con esa herramienta, sino a pico.
La llegada de la década de 1960 y la mejoría de los recursos económicos de las comunidades de aguas hizo que se comenzaran a importar de manera masiva desde Inglaterra decenas de motores diesel, en su gran mayoría de la firma LISTER & BLACKSTONE DIESEL CORP, unidos a unidades de compresión de aire de gran potencia, algunas de firmas españolas como la vasca ABC EIBAR. Llegaba el momento de los martillos neumáticos y las barretas de punta de diamante.
Estos motores diesel, de grandes dimensiones tenían que ser armados por completo a pie de cada galería, dado su gran peso muerto (en muchas ocasiones más de 3000 kg). Las galerías estaban situadas, en la mayoría de casos, alejadas de pistas con acceso a medios de transporte y en fondos de barrancos de dificil acceso para llevar maquinaria.
Si ya el trabajo de perforar la galería por los cabuqueros era duro, el trabajo de los maquinistas no lo era menos. Se utilizaron bestias para cargar lo menos voluminoso y situar las piezas en la caseta o sala de máquinas de la galería. Un solo volante de inercia de los motores más pequeños podía pesar hasta 100 kg o más.

Un caso de galería alejada de población y de pistas de acceso es la del Roque de Los Árboles, a media cumbre de Gallegos. Como ejemplo, esta galería llegó a disponer de un motor LISTER DIESEL JP4 de cuatro cilindros que desarrollaba 46 CV a 1200 RPM y con un peso muerto de 1043 kg. Este motor fue cargado en mulos (animales de carga) a lo que se podía en las partes más pequeñas. El bloque de cilindros fue transportado por un destacamento de trabajadores por medio de un poste y al hombro, con la pieza de más de 400 kg colgando. Lógicamente se hacían paradas en el camino y se descansaba. El transporte era por un sendero que conectaba el Topo de La Rabasa hasta la Hoya de Guillermo en la base del Espigón del Roque.
Una vez llevada toda la herramienta necesaria y las piezas, los mecánicos procedían a armar y alinear la máquina, conectándola al canal de agua para refrigerar el motor.
Prácticamente casi todas las galerías llegaron a disponer de maquinaria diesel, e incluso la comunidad de Cuevitas fue más lejos, al llegar a disponer de alimentación eléctrica con acometida de alta tensión para la alimentación de la sala de máquinas.
Un caso particular es el de la máquina de la Galería de Guirineldos, un BLACKSTONE DIESEL que podríamos considerar una pieza de museo. Uno de los motores más antíguos de Canarias que se conserva en buen estado, de un solo cilindro de grandes dimensiones y con todo el tren alternativo aéreo, conectado mediante correas de piel a la unidad compresora. Para su funcionamiento dependía de un trabajador que realizara labor de engrasador, pues no dispone de engrase automático. Es una auténtica joya de la arqueología industrial.

El uso intensivo día y noche de estos motores hacía que padecieran averías frecuentes por el elevado desgaste al que se veían sometidos. A finales de la década de 1970 y principios de los años '80, con los los trabajos activos en la galería de Los Loros y Roque de Los Árboles, contratados a D. Antonio Barreto se acudía frecuentemente por parte de los operarios locales del Taller Ferraz, incluso en medio de la noche, a reparar las necesarias máquinas, cargados de herramienta pesada y transitando por los senderos y peligrosos canales que escondían en la oscuridad las grandes fugas de riscos.
En otras ocasiones, y necesario para las máquinas que disponían de baterías de arranque, se llevaban estas al hombro (pesaban más de 50 kg), por los largos senderos.
El frenesí de los trabajos no se podía parar, y ante averías se acudía lo antes posible. Los vecinos de Los Tocaderos (galería más cercana a población, junto con Guirineldos) recuerdan como de madrugada, los motores no permitían conciliar sueño. Los valientes cabuqueros, día y noche trabajaban a destajo.
Hoy en día se conservan muchas de estas máquinas en medio del monte, siendo museos en sí mismas y que permiten al visitante imaginarse lo duro que era aquello del sueño de encontrar agua.